martes, 28 de junio de 2011

TRES EXCURSIONES EN LONDRES / THREE VISITS IN LONDON


El Hospital naval de Greenwich, de Christopher Wren, visto desde Island Garden, al otro lado del Thames river

Hay tres excursiones en Londres que me parecen imprescindibles, sobre todo para un arquitecto, y que son muy fáciles de hacer.

1.Greenwich.
La ciudad de Greenwich está al sur del Támesis, en el sureste con respecto a la capital. Exactamente en el golfo que se opone al cabo que forma el río en la Isla de los Dogs, donde se ha edificado el centro de negocios de Canary Warf, que es bastante hortera, y cuya vista desde el tren es más que suficiente. Pues se va a Greenwich en el tren DLR (Docks Light Railway), que se coge en Bank. Lo mejor es bajarse en Island Garden, y acercarse a la inmediata orilla del río, la orilla norte, pues desde allí puede verse la magnífica y monumental fachada del Hospital de la Marina, obra maestra de Wren, de tamaño muy grande y que exige esta distancia para ser contemplada en su totalidad. Desde allí podrá apreciarse el atractivo y la magnificencia de esta gran obra del barroco británico.

Luego, se puede cruzar el río por un túnel peatonal, con ambos ascensores a uno y otro lado. Siguiendo la orilla del río hacia el Este se llega al hospital para completar la visita. Conviene verlo con detenimiento, por todas sus partes. Algunas de las fachadas a los patios internos o hacia afuera del conjunto enseñan los experimentos de Hawksmoor y de Vanbrugh, hartos ya del estilo a lo Wren cuando se murió el maestro y tuvieron que seguir trabajando allí, pues el gran conjunto no se había finalizado todavía.

No debe uno perderse los dos espacios principales del conjunto, en situación simétrica y en los dos grandes edificios cupulados. Es decir, la gran sala de las pinturas, o gran comedor, y la capilla. Esta última se incendió, y el estado actual, muy brillante, es de otro arquitecto y del siglo XVIII.

Después, yendo hacia el pueblo, se encuentra enseguida la iglesia parroquial de St Alfege, de Hakwsmoor, una de las 8 iglesias que Wren y Vanbrugh consiguen que le encargue la comisión eclesiástica a la que pertenecían. No es ésta una de las mejores, y la torre no es suya, pero es excelente la fachada trasera, que es la que más se ve, pues debía dar plenamente hacia la ciudad. Es una suerte de personal y afortunado palladianismo.

Muy cerca hay un mercado, que tiene su gracia, sobre todo porque cuenta con una parte de chiringuitos de comidas exóticas.

No conviene ir a Greenwich en domingo, pues es probable que no esté abierta alguna de las salas principales del Hospital. Para volver a la ciudad se puede coger allí el tren DLR, pero pue-de ser también una buena oportunidad para ir en barco por el río, en su trayecto más largo, pues te llevan hasta Waterloo, también en la orilla sur, pero enfrente de Westminster, al otro lado de la ciudad. Allí hay muchas terrazas y mucha animación, y pueden verse dos de los mejores edificios de la capital, el Royal Festival Hall, de Robert Matthew y Leslie Martin y el National Theatre, de Denys Lasdun. Es imprescindible entrar a los dos. El día quedaría así muy completo.

2. Tres barrios de viviendas en Pimlico
En Pimlico, al sur de Chelsea, hay tres barrios de viviendas de gran interés. Dos son de los años 30 y el tercero de los 50.


Detalle del barrio de viviendas sociales en Pimlico, E L Lutyens

El primero que se debe ver es el realizado por Edwin Lutyens en 1928-32, situado entre las calles Page Street y Vincent Street . Es un conjunto compacto de bloques en forma de U, que alojan viviendas sociales a las que se ingresa por los corredores situados en los patios. Lutyens, gran clasicista y enemigo de la arquitectura moderna, se resistió aquí a emplearla plenamente, aunque en buena medida no pudo evitarlo. Lo más atractivo y original del barrio es su aspecto, pues los muros de los edificios se construyeron en un ladrillo muy oscuro, y están realizados con un ajedrezado, en el que las ventanas, verticales, hacen el papel de paño blanco, mientras los otros paños, donde no hay hueco, se han revocado en blanco para componer el ajedrezado dicho. El resultado es realmente espectacular, y aunque uno no deja de pensar si una cosa tan superficial debería tenerse tan en cuenta, no cabe duda de un acierto pleno que convierte al barrio en un lugar especialmente atractivo y original.


Detalle del patio interior del Dolphin Square, Chelsea, de Gordon Jeeves

El segundo es un gran edificio, poco conocido (aunque figura en las guías) y que constituye una enorme manzana situada sobre la calle Grosvenor Road, la que da al rio. Se llama Dolphin Square, y fue realizada por el arquitecto Gordon Jeeves en 1937. La manzana tiene más de 100 metros de frente por más de 200 de profundidad, y está constituido por un bloque de 10 alturas que rodea un gran y único patio, con volúmenes sobresalientes por fuera y por dentro. Es un inmenso conjunto de apartamentos, más de 1.200, con garaje propio, piscina y gimnasio, y, sobre todo, con el enorme y espectacular jardín que constituye el patio. La escala es tan insólita como acertada y agradable. El interior del patio (la “Dolphin Square”) es un desusado y sorprendente remanso de paz en medio de la gran ciudad. No se lo pierdan.


Churchill Garden, Pimlico, Powell and Moya

El tercero es el Churchill Gardens Estate, un barrio de viviendas sociales de después de la guerra, realizado por Powell y Moya de 1946 a 1962. Da también a Grosvenor Road, algo más al oeste que Dolphin Square, pero inmediato. Es de gran tamaño, y puede considerarse convencional al estar realizado mediante bloques abiertos aislados. Sin embargo, creo que tanto éstos como su colocación en el terreno y la situación del lugar en la ciudad lo convierten en un lugar especialmente atractivo, si bien no hay aquí la originalidad de los dos conjuntos anteriores.

Saliendo al río, cuando el largo barrio se acaba, puede verse al otro lado la conocida y atractiva Battersea Power Station de Giles Gilbert Scott, la de las cuatro chimeneas. Vayan a verla pronto, ahora en desuso e interiormente vaciada, pues pronto va a ser estropeada, tanto ella como su entorno, por una gran promoción de vivienda.

3. Hampstead Garden Suburb


Hampstead Garden Suburb, Iglesia de St Jude, E L Lutyens


Hampstead Garden Suburb. Interior de la iglesia de St Jude, E L Lutyens

Fundada por Henrietta Barnett, Hampstead Garden Suburb es una ciudad jardín londinense realizada por los arquitectos Parker y Unwin, y con casas de muchos otros, como Baillie Scott. Se llega bien con el metro Golders Green, y se puede coger después un autobús o buscarla andando. Es muy atractiva y lujosa, aunque las viviendas casi nunca son muy grandes. Intervinieron muchos arquitectos, y bastantes de los conjuntos residenciales, aunque siempre con estilos pintorescos, configuran elementos compositivos de estudiadas intenciones.

Se empezó en 1906. Parker y Unwin llamaron a Edwin Lutyens como colaborador, y además de un conjunto de casas, le encargaron especialmente el centro cívico de la ciudad, ocupando una colina. Allí Lutyens proyectó una High School y dos iglesias semi-gemelas, separadas por un gran prado, horizontal y verde. Una de las iglesias es la anglicana, que hoy se usa como tal, y otra era la “Free Church”, para ser usada por cualquier confesión, fantasía que hoy se ha convertido en una iglesia Baptista. Este lugar es especialmente atractivo.

En él destaca la iglesia anglicana, de grandes y alargadas proporciones, y con una gran torre en el lugar de la cúpula. De cubiertas muy pinas y altamente expresivas del afortunado volumen, la iglesia es una fantasía clásico-romántica, de alto interés.

Es importante ir en domingo por la mañana para que esté abierta. La iglesia baptista es interesante, pero tiene por dentro mucho menos valor que la anglicana. La iglesia anglicana se inauguró el 8 de mayo de 1911. (Nosotros acertamos a ir precisamente el 8 de mayo de 2011, y estaban celebrando dentro el centenario). Edwin Lutyens tenía en 1908, cuando se hizo el proyecto de las iglesias, 39 años.

Aconsejo no dejar de verlo. En conjunto, es uno de los más interesantes lugares de la capital británica. A mí me lo descubrió Emilio Tuñón, que organizó en los primeros años 90 una excur-sión que hicimos desde Madrid, con estudiantes, y, utilizando un autobús, nos llevó a todos a Hampstead. Desde entonces, siempre que he ido a Londres y he podido he vuelto a ver este afortunado lugar. En mi año como investigador allí (este de 2010-2011) he ido varias veces y llevado unos cuantos amigos. Probablemente sea, por otro lado, lo mejor que hizo Lutyens en Londres, aunque no sólo se trate de esto.

El Padre Huidobro

Algunos se habrán dado cuenta de que en la autopista de La Coruña, en la ”cuesta de las perdices”, hay una parte que se llama “Avenida del padre Huidobro”. ¿Quién era el “padre Huidobro”?. Yo se lo diré:
El padre Huidobro era un jesuita, de marcada filiación derechista y completo y entusiasta par-tidario de la rebelión militar de 1936. Tan entusiasta que, al empezar la guerra civil, se ofreció y convirtió en cura castrense, dentro de una bandera de la legión, en el ejército a las órdenes del general Varela. Pero su derechismo no le impidió horrorizarse ante los asesinatos cometi-dos por las tropas y, en general, por los rebeldes, que sin asomo de juicio, y sin tener siquiera otra razón que el simple exterminio del supuesto enemigo, mataban sistemáticamente a una gran mayoría de los republicanos con los que se tropezaban, o, simplemente, a la gente que vivía en las poblaciones fieles a la república, y que iban conquistando. Llegó a estar obsesionado por la cantidad, frecuencia y condición sistemática de las matanzas, que a su juicio manchaban por completo, y gravemente, la causa nacional.
Se dedicó a escribir cartas a mandos intermedios para que se las hicieran llegar a Varela y al propio Franco. Tanto insistió que lo consiguió. Varela llegó a contestarle que estaba comple-tamente de acuerdo con él. Y hasta de Franco le llegó algún mensaje en que “el generalísimo” se declaraba aterrado por la situación que el cura le contaba y prometía actuar de inmediato para resolverla. (¡Santo varón!)
El padre Huidobro, obsesionado, comentaba también estas cosas con algunos, y debió ser ello con alguna frecuencia y con bastantes, por lo que fue conocido dentro de su bandera el hecho de su completo desacuerdo con lo que los legionarios y los rebeldes hacían normalmente con los republicanos. Así, llegó un momento en que le odiaban, y un buen día un legionario le disparó por la espalda y lo mató.
Después de la guerra, la Iglesia católica inició el proceso de canonización del padre Huidobro, pero, en la investigación, llegaron a saber que había sido asesinado por un franquista, y no por un republicano, por lo que suspendieron el proceso de canonización.
Muy sabrosa e ilustrativa ¿verdad?, la pequeña y trágica historia del pobre padre Huidobro, derechista e ingenuo.